sábado, 5 de mayo de 2007

Resumenes sobre conversaciones de Yoga de TKV Desikachar 2

Cuando empezamos el estudio de yoga, sea asanas, pranayama (técnicas dis­ciplinarias de la respiración), plegaria o los Yoga-Sutra, estamos tra­tando sólo con una técnica de aprendizaje. Mientras progresamos, nos damos cuenta de que formamos un todo con el cuerpo, respira­ción, pensamiento y otros elementos inclusive.
En los Yoga-Sutra encontramos puesto el acento en todos los aspectos hu­manos de la vida, incluidas nuestras relaciones con los demás, nuestra propia conducta, salud, respiración y dhyana (meditación).
Si cono­cemos por qué tenemos problemas en la vida, somos capaces de libramos de ellos y esto es lo importante en relación a Avjdya. que signifi­ca literalmente «el conocimiento distinto del conocimiento correcto». No debe ser confundido con vidya que significa «conocer correctamente».
Avidya es un estado de falso entendimiento. Creemos que tenemos razón y obramos en consecuencia, pero casualmente nos encontra­mos en un camino equivocado.
Avidya es la acumulación de acciones. Es la culminación de muchas acciones hechas sin pensar que hemos repetido mecánica­mente, casi ciegamente a través de los años. Nuestra mente está tan condicionada que aceptamos las acciones de ayer como normas de hoy
Avidya raramente se expresa como avidya. Pocas veces la reconocemos directa. e inmediatamente; sin embargo la podemos reconocer por sus cuatro hijos. Primero es asmita. Es el «ego» que nos motiva siempre. «Debería ganarle.» «Soy el mejor.» «Sé que ten­go razón.» «No puedo fallar.» Todas estas son expresiones de asmita. El segundo es raga, que es adherencia o deseo. Esperamos al­go hoy porque fue agradable ayer, no porque lo necesitemos. El tercero es dvesa, de alguna manera lo opuesto, pero con efectos contrarios a raga. Si no conseguimos lo que queremos tendemos a menospreciarlo o pasamos una desagradable experiencia y no queremos que ocurra otra vez. Finalmente está abhinivesa, fuente del miedo. Sea cual sea la fuente, abhinivesa tiene ramificaciones a muchos niveles de nuestra existencia. Nos sen­timos inseguros, tenemos miedo de nuestra posición en la vida. Te­memos cómo nos juzguen los demás. Nos sentimos inseguros cuando se altera la continuidad de nuestra manera de vivir. No queremos afrontar la vejez..
Estos cuatro hijos, separados o combinados, nos hacen difícil ver con claridad.
Avidya está trabajando constantemente en nosotros y es fuente de descontento. A. menudo es muy difícil entender nuestro descontento en un momento determinado y nuestra felicidad en otro. Por ejemplo, en una sesión de un grupo practicando asanas hay la incli­nación a comparamos con otros. Pensamos: «Puede doblar el cuer­po más de lo que yo puedo» y esto nos pone descontentos. Pero la práctica de asanas no es una competición atlética. Por el hecho de que una persona pueda doblar el cuerpo mejor que otra, no prueba que la primera es mejor en la práctica del yoga. Estas comparaciones no pueden ser la base de la felicidad o la causa del descontento, pues sólo pueden proporcionamos una felicidad basada en la superioridad o, lo contrario, la infelicidad basada en la inferioridad. A menudo este descontento es tan fuerte que hace que abandonemos nuestros propósitos.

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